La mejor comida turca se hace en casa

Los sabores que nos gustan suelen tener una relación íntima con mamá y con nuestra cultura, por ello cuando probamos los de otros países necesitamos entender el contexto de las especias y platillos que se nos ofrecen, pues siempre hay una historia familiar entrañable atrás de un plato de sopa.


Hablando de la gastronomía turca, la que llega a conocer el turista curioso, es importante siempre recalcar que sus raíces comparten ramas con otros países, sobre todo con aquellos que tienen la misma religión, pero hay que tener cuidado cuando queremos poner sus platos en una misma canasta, pues fácilmente podemos caer en el error de pensar que lo que nos sirve nuestro restaurante favorito de Medio Oriente define categóricamente  la cocina  de un país que está a tres continentes de distancia.

Los países árabes y Turquía se entienden a la hora de servir una mesa, así es, coinciden en la elaboración de hojas de parra, de calabazas y berenjenas rellenas, en su arroz, en el uso del yogurt y en que no usan cerdo, pero hay otros ingredientes que por su sutileza y fuerza separan la identidad de cada nación.

Por ejemplo, si usted va a Turquía esperando encontrar jocoque en las mesas, pan pita y a la gente comiendo con las manos se llevará un gran chasco y hasta hará un poco el ridículo como me pasó en mi primera visita a ese hermoso país, cuando quise ponerle cacik  (sopa de yogurt con pepino) a un pedazo de carne de res frente a los ojos de mi suegra, que moría de  risa al no entender por qué pretendía yo sopear la carne. ¡Y es que así nos venden el kebap en México! ¡Con  salsas de yogurt condimentadas, por eso me declaro inocente!

Y es que en esa ocasión iba preparada mentalmente para no confrontarme con las especias que había probado en la  Ciudad de México, sin saber que el encuentro no me llevaría a establecer una batalla , por el contrario, mi encuentro constante con sabores conocidos fue fascinante, ya que el jitomate, las sopas de pasta, el espagueti, las papas, la menta y el chile me recibieron con los brazos abiertos constantemente...viejos conocidos, preparados de manera diferente pero sin llegar a lo exótico.

Como decía al principio, nuestro gusto está definido por las experiencias infantiles que vivimos , por ello al hablar de la comida turca es importante tener presente que los turcos siempre están rodeados de hermanas, vecinas, amigas y tías que se esmeran por preparar viandas que los hagan felices (casi como en una competencia de Master Chef),  recetas que muchas veces nacieron en las cocinas de los palacios imperiales, entre conquista y conquista, entre sincretismos que pasan de generación en generación por medio un manjar.

Quisiera ir hablando poco a poco de lo que como mexicana he aprendido en las casas de mi familia en Turquía, de las recetas de la tía Eminé, de mi cuñada Atice, de mi prima Asiye y , por supuesto, de mi mamá turca Nevriye. Inicio comentando que las niñas en Turquía (como todas las niñas del mundo) imitan a mamá jugando con los trastes de la cocina, con las mesitas otomanas, con la harina y  la masa...elementos que son parte de su mundo desde muy chiquitas, por eso es que para las turcas la pasta fila, el kofte, el baklava, las hojas de parra rellenas de arroz, por mencionar algunos guisos, suelen salir de sus manos fácilmente, delicadamente, con la seria  responsabilidad de llevar a la mesa los recuerdos de la abuela, de anne.





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